El niño desde que nace toma conciencia de sí mismo y del mundo que le rodea a través de su cuerpo y sus sentidos. El desarrollo macro-motor juega un papel muy importante en las futuras habilidades básicas de aprendizaje de los niños, porque aprender a controlar los movimientos, tener coordinación, orientarse espacialmente, son aspectos claves para un desarrollo posterior de la lectura y la escritura. También conocerse así mismo proporciona al niño autonomía y por tanto seguridad y autoestima.
Es necesario que este desarrollo se cumpla desde que nacen los niños, porque en este período se plasman movimientos fundamentales que sirven para un aprendizaje posterior. Por ejemplo: el gateo y el arrastre son las bases para la bipedestación[1] (caminar) y también estimulan diferentes aspectos como el ritmo, por lo tanto la orientación témporo-espacial, facilita el proceso de lateralización, etc.
La macromotricidad es un aspecto fundamental que se debe tomar en cuenta en el desarrollo del niño porque permite que el niño conozca su propio cuerpo y sus movimientos. Siendo el punto de partida para nuevos aprendizajes.
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